miércoles, 30 de abril de 2008

Carta de un amigo ausente.

"Sin duda te habrás enterado de que mi madre murió el pasado septiembre. Murió en casa, en su propia cama. Poco a poco se fue apagando, lentamente, muy lentamente, como una luz tímida y vacilante, que, al final, se extinguió. Y lo sentí, porque era mi único vínculo con la pequeña ciudad donde nos hicimos amigos y compartimos ilusiones, esperanzas y sueños. ¿Recuerdas cierta noche de nevada, aquel crudo invierno de 197..., cuando, a las tantas, te hice levantar para dar una vuelta por el paseo del norte, a la luz de las farolas? Era una noche preciosa. Brillaba la nieve y crujía bajo nuestras botas. Ha pasado el tiempo. Estamos lejos el uno del otro. Yo, con mi soledad, y tú, seguramente, con la tuya. No nos ha tratado la vida del todo mal, pero pudo ser mejor. Ya somos huérfanos del todo. !Qué lejos quedan aquellos días de verano, junto al río, ese remanso que era tan nuestro, donde leíamos, hablábamos de todo y de nada, y nos dejábamos inundar de luz, de sol, de naturaleza, de paz..¡
Te echo de menos. A veces imagino que estamos juntos, que te cuento cosas divertidas y tú te ríes. Que somos jóvenes de nuevo.
La realidad del tiempo es implacable.
Visité la tumba de mi madre. Mi padre se fue unos años antes. Ahora están juntos. Al fondo, la montaña, esa montaña tan querida, donde nos escapábamos los fines de semana, cuando ya se había fundido la nieve, desde la primavera avanzada hasta muy entrado el otoño.
Quisiera volver allí algún día, llegar a la cima y contemplar los valles. Y regresar, ya al atardecer, con la puesta de sol.
Seguramente habrás subido allí muchas veces, desde que yo me fui.
He recorrido el mundo, pero ese lugar se me antoja ahora como un oasis de paz.
Si este verano, por suerte o por capricho del destino, nos encontramos en nuestra pequeña ciudad, prométeme que tomaremos el camino hasta la aldea, y luego el estrecho sendero que lleva a la cima.
Me sentiré feliz si así sucede.
Hasta pronto.
Intenta ser feliz..!"

No hay comentarios: