jueves, 1 de mayo de 2008

Un amigo del coco.


(Es un filósofo. Un hombre solitario, que no espera nada de nadie. Vive en una casa, en el llano, y por un camino estrecho sube hasta la cueva del coco. No hablan apenas. Juegan al ajedrez, y a veces a las damas, que es más divertido. Intercambian libros, y dejan pasar las horas. El filósofo regresa a su casa cuando el sol va a ocultarse. ¿Quién es el filósofo? Yo no lo sé... Le gusta la soledad y el silencio, y en los mediodías se sienta en una roca, junto al camino, y piensa... En ocasiones, escribe. Guarda su cuaderno de notas en una bolsa que lleva colgada del hombro. Allí guarda también otras cosas. Una pluma de un pájaro, unas semillas, flores secas...

Tiene la buena costumbre de devolverle al coco los libros que éste le presta... Porque para ellos un libro es algo muy valioso. Y el coco hace lo mismo...

El filósofo camina lentamente, y se apoya en un bastón de montaña. Conoce las propiedades de las plantas, sabe distinguir a los pájaros por su canto, y jamás hace daño a ningún ser vivo...

Ni él mismo sabe en lo que cree. Sólo está seguro de que le gusta el sol, el viento, el olor de la tierra mojada después de la luvia, los frutos silvestres...

Contaré más cosas del filósofo.)


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