domingo, 1 de junio de 2008

José Luis Trisán. "Vaniloquios".Poesía.

Tengo aquí su primer libro publicado, "Vaniloquios", finalista del premio "Adonais" de poesía en 1987.
Es un libro que me ha hecho compañía desde que lo recibí, en el verano de 1988, con una amable y cordial dedicatoria.
Se divide en cinco partes:
"Abstracción de la nieve"
"Marzo Añil"
"Dibujada luz"
"Pacto de plata y rosas"
y
"Versiones del otoño".
Es una poesía diferente. Una forma de hacer poesía inhabitual. Las emociones que suscitan los versos contenidos en este libro son infinitamente variables. Un mismo verso, leído en un tiempo u otro, no suena igual, no dice lo mismo. Puede parecer brillante como una mañana soleada de junio, o bien sombrío y desgarrador en el instante siguiente. Digamos que tiene la virtud de amoldarse a los incontables estados anímicos del lector, que es un ser humano a fin de cuentas.
José Luis Trisán no indica rotundamente, sino que sugiere, sugiere siempre, no señala un camino sino un sin fin de posibilidades de sentir su poesía.
Habla de cosas aparentemente pequeñas, sencillas, pero que constituyen la esencia de la vida. De vez en cuando, alguna alusión literaria o musical o plástica, encubierta, como el suelo de un bosque en otoño. Hay que levantar la capa de hojas para descubrir el misterio que ocultan, la humilde hierba húmeda y la fragancia de la tierra mojada.
Escalofríos dan a veces al leerlo. Escalofríos porque en todo el libro existe como un recuerdo constante de la fugacidad, de nuestra fugacidad, que deshace la ilusión vana de creernos seres eternos.
La belleza de los versos de José Luis..., pues no se sabe bien dónde está, dónde radica. Se trasvasa de unos versos a otros, de una construcción a otra. Pero es evidente que existe. Sí, existe de verdad. Es inmaterialmente palpable.
Quizás porque forma parte de ese umbral entre la realidad y los sueños, duermevela lírica que transpira sensibilidad, ironía a veces.
Humanidad, siempre.
Y no voy a seguir.
Que un libro de poemas me siga cautivando a pesar del paso del tiempo, es maravilloso, porque quiere decir que continúa remudándose, como un Fénix hecho de algo tan sutil, leve y quebradizo como son las palabras, escogidas, colocadas estratégicamente, en una arquitectura continuamente cambiante.
"Vaniloquios" es ya como viejo vino suave que se recomienda a sí mismo por el aroma, que promete (y cumple), renovadas satisfaciones.

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