jueves, 3 de septiembre de 2009

...del diario del Filósofo...


"...al llegar septiembre, sentía como si mi corazón descansara... Después del ardiente mes de julio y del sofocante agosto, por fin, un respiro... Era el tiempo perfecto... Días más suaves y noches frescas... Y entonces, comenzaba a recorrer los caminos, con el macuto donde metía una galletas y unas frutas, el cuaderno y los prismáticos para contemplar los pájaros..., y el bastón de boj, ese bastón de boj que servía para apartar unas zarzas o alcanzar un fruto de una rama demasiado alta,
en un manzano o un peral al borde del sendero...
Así, mi corazón descansaba...
Los amigos del verano, que acudían todos los años con sus familias a mi pequeña ciudad, habían regresado ya...
Su ausencia me dejaba un poco triste, pero se me pasaba pronto...
También tenía amigos allí..., amigos desde la infancia...
De vez en cuando, alguno me acompañaba en esas correrías, que llegaban a la aldea que se divisa desde los muros del monasterio, hasta el manantial de agua fresquísima, o hasta las laderas de la montaña...
"Larga montaña en forma de navío
que cruzas en tu sueño
la calma de los valles..."
Así la describía mi amigo el poeta, con quien compartía paseos y silencios... No hablaba mucho cuando salíamos al campo... Se ensimismaba contemplando los lugares que tardaríamos en volver a recorrer juntos...
Septiembre...
Bendito septiembre...
Aunque lo que más me agradaba era pasear solo...
Una mañana, dije que me iba a pasar el día por ahí, y que no volvería hasta la noche...
"Este chico está raro...", dijeron en casa...
Y la abuela se apresuró a llenarme una mochila de lona con comida...
"El macuto es para paseos, y hoy te vas para todo el día..."
"Vuelve en cuanto comience a oscurecer..."
"Ten cuidado con las serpientes..."
La verdad es que se imaginaba que me iba a explorar alguna jungla lejana, como las de las películas...
Mi madre, no decía nada...
Con expresión seria, me contemplaba como si yo fuera un caso sin remedio.
Puede que tuviera razón...
Salía de casa, doblaba la esquina y un poco más allá me detenía para llenar la camtimplora en la fuente del monasterio... ¡Qué bien me sabían aquellos tragos de agua antes de emprender el camino..!
Bajaba hasta la carretera, luego cruzaba el puente sobre el riachuelo, y todo quedaba atrás...
Mis dulces dieciocho años...
El tiempo se nos lleva, empaña los recuerdos, y borra poco a poco los rostros conocidos...
¡Ay, el tiempo..!
A veces medito sobre lo grato que sería dejar pasar los años pero sin que nada cambiara...
¡Heráclito, Heráclito..!
Viejo pícaro...
Bien sabías que todo fluye, que "nadie se baña dos veces en el mismo río..."
O lo que es lo mismo, que vuelves a casa después de un viaje, pero la casa ya no es la misma...
¿O no somos nosotros los mismos..?
¡Uff!
Bueno, pues septiembre era mi mes dorado...
Mi tiempo preferido...
Sentía cómo mi pensamiento se aliviaba, mi cuerpo se tornaba más ligero, el sueño era más apacible...
Sentado a la sombra, en un recodo del camino, a veces escribía...
Iba llenando páginas y páginas del grueso cuaderno...
Todos los años comenzaba uno distinto.
Por la noche, cuando todos se habían acostado, me gustaba quedarme en la cocina, pensando y escribiendo...
Salía a la terraza para descansar la vista, y palpaba los racimos de la parra, algunos enormes...
Las uvas aún no habían madurado por completo...
La luna, sobre la montaña, brillaba de forma distinta...
E, inadvertidamente, evocaba un rostro, un rostro sonriente, unos cabellos castaños, una sonrisa y...
Suspiraba.
A finales de mes, yo volvería a la universidad, y ella se quedaría sola...
Cartas apasionadas primero, melancólicas después, breves, más tarde...
El rencuentro en las vacaciones de Navidad...
¡Vaya..!
Aún quedaban días...
Mientras, lo importante era vivir...
¡Oh, suave niña que fue mi amor de estudiante..!
Cada noche, nos encontrábamos en el parque.
Ella vivía en una casa con jardín, y hasta tenía un perro.
Han pasado muchos años para poder llegar a a tener uno...
Las noches de septiembre, en el fondo del parque mal iluminado, se llenaron de besos ardientes, de manos acariciantes, del perfume de sus cabellos, de frases interrumpidas por el suave contacto de nuestros labios... Frases que lo decían todo aunque nunca concluyeran...
¡Ay, septiembre..!
Que ha llegado de nuevo...
Que de nuevo se irá..."

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