miércoles, 2 de diciembre de 2009

HORACIO J. PRESTON (IV).


No hay silencio en el mar,
mas las corrientes,
profundas, misteriosas, fluyen
bajo la rizada superficie
como brisas calladas.
Y del centro del alma
también manan
tormentosos pensamientos,
lava ardiente acumulada
a lo largo de la vida.
Por avenidas de cristal, desfilan
máscaras de cera blanca.
Y el corazón aún canta
versos quiméricos y trovas
que la memoria guarda entre cenizas
y quebradizas rosas disecadas...

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