domingo, 14 de abril de 2013

El Zahir...



Fue hace mucho tiempo, cuando, 
gracias a un relato de Jorge Luis Borges,
supe lo que era el Zahir...
Según Borges, Zahir puede ser cualquier objeto,
o una persona, o un animal...
Que se convierte en algo obsesivo,
que aparece de nuevo, aunque intentemos
deshacernos de él...
Ocupa el punto central del pensamiento,
y no abandona a quienes han sucumbido
a su, digamos, magia, o influencia...
El escritor, hace referencia a una serie 
de reconocidos Zahir, a lo largo de los siglos...
En Guzerat, a finales del siglo XVIII,
un tigre fue Zahir...
En Java, en la mezquita 
de Suracarta, un ciego, 
a quien lapidaron los fieles....
En Persia, un astrolabio,
que fue arrojado al fondo del mar...
Una sencilla brújula también fue Zahir...
En la aljama de Córdoba, 
lo fue una veta en el mármol de uno
de los mil doscientos pilares...
En la judería de Tetuán.
el fondo de un pozo...
Cuando algo o alguien se convierte en Zahir, 
distrae de sus obligaciones, o de sus intenciones, 
a quienes lo poseen...
Y suele llegar de manera fortuíta...
Casualmente...
¿O quizás no...?
El caso es que se convierte en una abominación...
La lucha personal contra el Zahir,
conlleva una dura batalla,
que, de antemano, 
en la mayoría de ocasiones, está perdida...
La influencia del Zahir persiste...
Incluso puede fascinar muchedumbres...
Siempre hay un Zahir...
Y siempre hay alguien bajo su siniestro influjo...
Intentaré relatar algunos hechos personales,
sobre el maldito Zahir...


(Archivo: cuevadelcoco).

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