domingo, 24 de julio de 2016

Reloj, fiel amigo...

El reloj de pared,
tan querido por mi abuelo.


Reloj, viejo amigo...

Tú marcabas las horas en mi infancia...

El despertar,
con ocho campanadas,
y, enseguida,
camino del colegio...

Luego, 
retornaba a las aulas...

Ibas contando
los minúsculos
granos de arena de la tarde...

Me hacías compañía
mientras realizaba mis tareas,
o aprendía de memoria
todos los ríos de Europa...

Breve tiempo de juegos...

Y, al subir, cansado,
los desgastados
escalones de madera,
escuchaba tu voz,
que cantaba las diez...

Con tu tic-tac se fueron
mis seres más queridos...

Llenaste ese silencio,
tan pleno de dolor,
de ausencias despiadadas...

Me alegrabas el alma,
cuando yo,
tierno adolescente enamorada,
aceleraba mis pasos,
ansioso de sus labios...

Hoy, al cabo de los años,
abro tu puerta 
de madera y cristal,
y con la llave plateada,
renuevo, a la derecha,
tu cantar amistoso,
y, a la izquierda,
esa incansable vida
de tu alma mecánica...

Reloj, viejo amigo,
no te pares nunca,
ni cuando yo me vaya...











(Archivo: cuevadelcoco.
Imagen: mirarlook/cuevadelcoco).


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