domingo, 26 de marzo de 2017

"EL RETORNO DE MC MAKHARRA", Tercera parte. Capítulo séptimo.





"Flores de almendro".
Dibujo de Mateo Lahoz.
   

     Iban pasando los dias... El inexorable y languido transcurso de monótonas jornadas, como diría algún cursi, de esos que es frecuente encontrar en los lugares más comunes e insospechados, y que, cuando hablan, parece que se escuchan... 
Mc, se había plantado en el cuarto año de bachillerato, en compañía del "maestrico", y bajo la tutela del padre de éste, por un lado, y del párroco del lugar, por otro. 
El padre de Mc, no es que dudara de la capacidad de su hijo... Lo que le sucedía al honrado y trabajador herrero, es que no le cabía en la cabeza cómo era posible estudiar y aprobar, viviendo, como vivían, en medio de la llanura, tan alejados de todo, tan olvidados de todos... La madre, mientras amasaba y horneaba, se estaba planteando cómo harían, para que el chico no se quedara en un simple primer bachiller... Su hijo, valía mucho más, muchísimo más... Si pasaba la reválida, y la pasaría, por supuesto que sí, allí ya no había nadie que pudiera transmitirle más ciencia... ¡Mc tendría que irse a estudiar fuera, lejos del pueblo...! ¡Pues se iría! De eso se encargaba ella, aunque sólo de pensarlo, sentía que se le hacían harina las entrañas... Y no hallaba el camino para que todo fuese como ella deseaba... Al menos, de momento...
Suspirando, amasaba y horneaba... Algunos cabellos, que asomaban por debajo del pañuelo con el que se cubría la cabeza mientras trabajaba, comenzaban a tornarse blancos... Pero no le preocupaban las huellas que el tiempo iba dejando en ella... ¡Mientras tuviera salud y fuerzas...!
Es difícil determinar dónde termina la infancia..., o cuándo termina... No basta el desarrollo físico para dejar de ser niños... ¡Y dichoso quien conserva la niñez en su corazón...! Pero la linea es imprecisa... Un acontecimiento, un cambio súbito en la vida, corta aún, por cierto, un descubrimiento, una luz o un relámpago interior, pueden ser algunas de las motivaciones para que, el hasta entonces niño, tome conciencia de su nueva fase, de que, el camino, llano, fácil y soleado, ya no está... Para dejar lugar a una senda distinta, más sombría, y, sin embargo, más atractiva, por sus contrastes de oscuridad y luz, de misterios y revelaciones...
El cambio, casi siempre es doloroso. Sobre todo, en los poseedores de espíritus sensibles... Siempre sufren más... Y, cuando se es consciente del abandono de una etapa, alegre y feliz, y desprovista de retroceso, el pensamiento se contrae, se enquista, se niega a seguir adelante... Hasta que un día, una voz, unos ojos, una cabellera que se ondula como los trigales acariciados por el viento de mayo, despejan el horizonte, la luz se hace de nuevo. Pero es una luz que exige constancia, que genera inquietud, que conlleva inseguridad, y más de una decepción... Ya no se puede hablar de una única luz, ni de una sola sombra...
Comienza el aprendizaje, y con él, la transcendente tarea de elegir el camino, que se bifurca y trifurca..., el laberíntico recorrido de toda vida humana...
Y allí, se hallaba Mc... Ávido de soledad, para distinguir los espejismos de las formas solidas... Caminaba entre los campos, en busca de sí mismo...  En ese período preprimaveral, llegó, cierta mañana de domingo, hasta un campo de almendros, en plena efervescencia floral, efímera y maravillosa espuma, gloriosa ebullición de miles y miles de pétalos, ante la que no se puede pasar con indiferencia. Bajo un sol agradable y acariciante, aspirando el tenue perfume de aquellas tiernas y delicadas flores, que, para el estío, serian ya rotundos frutos, Mc, tuvo su íntima e ineludible revelación.
La pequeña "casa", en la que su pensamiento habitara hasta ese instante, ya no le servía... Ahora, debía construir él solo, un amplio edificio, acorde con las exigencias de su nuevo estado, de su renovado ser... ¡Pobre adolescente...! La vida se le venía encima de golpe, justo ahora... ¡Quién le iba a decir, que llegó como niño, y que regresaría como proyecto de hombre...!
Su madre, intuitiva y perspicaz, inmediatamente se percató del cambio. ¡La rápida, y secretamente temida evolución, ya estaba deteniendo su tren durante unos instantes, los justos para que su hijo subiera a él, y se alejara, lentamente al principio, luego, más veloz, hasta desaparecer en la lejanía...
Mc, pasó todo el curso en los exámenes de junio. Y también la reválida. Su compañero, el "maestrico", logró otro tanto...
Durante la prueba, el amigo y compañero de latines y ecuaciones, le presentó a una jovencita muy atractiva y simpática, que, con ellos y muchos más, concurría a la prueba oficial.
-Mc, te presento a Luisa Mérida, una amiga de Jaca...











(Archivo: cuevadelcoco.
Imagen: Dibujo de Mateo Lahoz).











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