viernes, 6 de octubre de 2017

Castañas de Huesca...







Castañas de Huesca.

Desde cualquier lugar de la provincia,
 si alguien tenía que viajar a la capital,
nunca faltaba el zalamero encargo:
"-¡...anda...traerás unas castañas de Huesca...1"

¡Y es que son riquísimas...!

Mi padre, en cierta ocasión,
volvió con una cajita
que contenía una docena de castañas...

A los dos o tres días,
sólo quedaba una,
"la de la vergüenza",
como se dice en lenguaje coloquial...

La abuela, al terminar la comida,
dejó sobre el mantel,
esa caja blanca,
que representaba claramente
la ferocidad de nuestra gula...

La abrió. Y la castaña solitaria,
se convirtió en objeto de deseo...

"¡... No han durado nada...!", dijo.

Tomó aquella exquisitez,
delicadamente, como si fuera un tesoro,
y la compartió con mi abuelo.

Luego, se tomó su café,
acompañado de una copista de " Chartreuse",
y, calándose las gafas,
continuó con la lectura del periódico...

Cada vez que paso por Huesca,
la tentación es más fuerte que yo...

¡ Porque esta delicia de mazapán y caramelo,
es algo entrañablemente nuestro...!











(Archivo: cuevadelcoco).



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